sábado, septiembre 29, 2007
BALMACEDA
Flor Arbulú,
19 de septiembre de 1891. José Manuel Balmaceda, tras permanecer 20 días oculto en la delegación de Argentina, se suicida. Un hecho que terminó con la vida de uno de los presidentes más controvertidos de nuestra historia nacional y con el cual comienza "Balmaceda", el quinto capítulo de "Héroes" , que se estrena mañana (22 horas) por las pantallas de Canal 13.
El telefilme, protagonizado por Jaime Mac Manus y dirigido por Gustavo Graef-Marino ("Johnny cien pesos"), abarca uno de los períodos más violentos que ha vivido Chile como es la Guerra Civil de 1891, que "es el argumento básico de la película" según comenta Mac Manus.
El actor, que se declara profundo admirador de Balmaceda, confiesa que "yo hice todo lo posible por estar en la serie. Afortunadamente tuve la suerte de hacerlo y para mí ha sido una muy bonita experiencia, quizás es mi mejor trabajo en televisión".
Pasión balmacedista
Mientras Jaime Mac Manus va contando los detalles de la película, se nota que siente una gran admiración y pasión por el ex mandatario que le tocó interpretar.
Esto se debe a que Balmaceda encarnó "utopías que alumbraron el siglo XX absolutamente. Casi todos los gobiernos desde el '25 y, yo diría que hasta (Salvador) Allende estuvieron influenciados por él, en cuanto al ideal de país y la lucha contra las hegemonías mundiales. O sea, ha sido más o menos lo mismo durante los últimos 120 años", declara con ferviente admiración el actor, quien comparte roles con Catalina Pulido (quien personifica a Emilia Toro, su esposa); Ingrid Cruz (Agustina, la esposa del embajador argentino); y Sergio Hernández como el diputado Zegers.
Pero sin duda, a Mac Manus no le tocó un papel fácil. Balmaceda sigue siendo visto como uno de los personajes más controvertidos de nuestra historia: para algunos sigue siendo un dictador, mientras que para otros es un gran hombre que quiso realizar reformas sociales que fueron dificultadas por la acción del Congreso.
Con respecto a que si el telefilme ayudará a limpiar la imagen de Balmaceda, y enfatizar las grandes obras públicas que realizó, el actor explica: "Depende. Hay tantos historiadores que, desde el mismo Encina para adelante, no encuentran que Balmaceda haya sido un buen presidente y que es una figura que divide a los chilenos. Yo creo que pasa más menos lo mismo que con Allende, en el sentido de que nadie queda indiferente. Entonces la imagen de Balmaceda depende desde el punto de vista con el que se mire".
Elogiada caracterización
Casi por casualidad, Mac Manus conoció a uno de los descendientes del ex Presidente, quien le comentó que era muy parecido a su pariente. Un aspecto con el que el actor se siente "muy satisfecho", debido a que "nadie sabe cómo se movía Balmaceda, cuál era su tono de voz o sus pausas al hablar, sólo la podemos imaginar. Frente a eso uno tiene una imagen que es absolutamente subjetiva y el haber podido satisfacer la imagen que tienen sus familiares, para mí es un gran logro", sostiene orgulloso el protagonista del telefilme.
Pero no es el único aspecto que rescata Mac Manus sobre el trabajo realizado, ya que tras el lanzamiento de la producción -que se realizó el miércoles pasado en el ex Congreso Nacional-, quedó aún más encantando con la calidad técnica con la que fue hecha la cinta y la dirección de Graef-Marino.
"Es un gran director", comenta el actor sobre quien fue el encargado de dirigir "Balmaceda", sobre todo porque "tiene paciencia. No solamente con uno, sino con la cámara, pues se da el tiempo de encontrar el mejor momento", agrega.
Sin duda, para Mac Manus uno de los grandes méritos del realizador fue la postura previa a la filmación de contar la historia en forma fragmentada. "En la película todos sabemos que se va a suicidar, pero qué pasa antes de ese momento está hecho de forma magistral, porque mantiene la tensión dramática", aclara el actor, quien cree que este elemento es uno de los que más gustará a la gente.
Es más, sostiene que "será muy bien recibida" a diferencia de lo que sucedió con la historia de Diego Portales. Desde su perspectiva "es una película distinta. Todos los telefilmes que hemos visto anteriormente, de alguna manera, desarrollan la historia de principio a fin en forma cronológica. Pero éste no es el caso, es caleidoscópica y fragmentada", comenta el actor refiriéndose a las producciones de Manuel Rodríguez, José Miguel Carrera y Bernardo O'Higgins.
Pero ése no es el único elemento que apreciará el público a la hora de ver la historia de Balmaceda, ya que en esta producción "se empiezan a tocar temas más universales, en el sentido de qué puede hacer el hombre frente al poder", puntualiza Mac Manus sobre el trabajo final.
martes, julio 10, 2007
Archivos secretos del Instituto Nacional
http://diario.elmercurio.com/2007/07/08/artes_y_letras/artes_y_letras/noticias/C43C6315-2F59-4B6B-A857-1736CC79D040.htm?id={C43C6315-2F59-4B6B-A857-1736CC79D040}
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Registros de clases y matrícula de 17 presidentes de la República, manuscritos de padres de la patria, incunables, primeras ediciones y valiosos testimonios de nuestra historia forman parte del patrimonio de la que fuera una de las más grandes bibliotecas de América Latina.
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CARMEN CECILIA DÍAZ
Con alrededor de 100 mil volúmenes, la mayoría donados por ex alumnos, la Biblioteca del Instituto Nacional vivió su época de gloria a fines del siglo XIX, durante el rectorado de Diego Barros Arana. Hoy, apenas 26.042 libros forman la llamada "biblioteca escolar" del Instituto y alrededor de 20 mil, la mayoría sin clasificar, constituyen su valioso archivo histórico. Manuscritos de padres de la patria, cartas, decenas de enciclopedias y colecciones de obras de los siglos XVI, XVII, XVIII y XIX forman el patrimonio de la que llegó a ser una de las grandes bibliotecas hispanoamericanas.
A ello se suman decenas de primeras ediciones, entre las que destacan obras de Claudio Gay, libros autografiados por Pablo de Rokha y Pablo Neruda, una carta enviada por Gabriela Mistral desde California y dos poemas inéditos de Eusebio Lillo. Por si fuera poco, el archivo histórico guarda el registro de clases y matrícula de 17 presidentes de la República, más datos de cientos de políticos e intelectuales que se amontonan en el segundo piso del actual edificio que reemplazó a la construcción del siglo XIX en 1963.
Tanta riqueza patrimonial merecería un resguardo cuidadoso, pero la precariedad económica del Instituto Nacional y la falta de un proyecto de conservación adecuado conspiran contra el antiguo esplendor de la biblioteca.
Conscientes de la urgencia, un grupo de alumnos de tercero y cuarto medio, encabezados por Mario Jerez Caro, dedican sus horas libres a limpiar y ordenar libros por colecciones para "facilitar una clasificación que permita saber de qué tratan los textos olvidados". De éstos, la lista es larga y la cantidad de pequeños detalles históricos, más que sorprendente.
Cuadro de honor
La primera generación de alumnos estuvo encabezada por dos connotados personajes de la historia de Chile: José Joaquín Pérez, entonces de 12 años de edad que provenía de la Academia de San Luis, y Diego Portales Palazuelos. De este último se anota en su matrícula que era natural de Santiago e hijo legítimo del "superintendente de la Casa de Moneda, don José Santiago Portales, y de doña María Palazuelos; entró al Instituto el 30 de agosto de 1813 a estudiar derecho natural y de gentes; es de 19 años y ocupa la beca dotada de la familia de los señores Lecaros, por presentación que hizo de su persona el señor marqués de Casa Larraín, según consta a fojas 121 del libro de asientos del antiguo convictorio de San Carlos".
El paso de los años hizo más escueto el registro de matrícula de otro niño de 10 años que llegaría a La Moneda en 1970 y se llamaba Salvador Allende Gossens. Con fecha 13 de mayo de 1919, queda constancia que la madre del hasta entonces alumno del liceo de Iquique "ya presentó certificado de preparatoria". Hijo del abogado Salvador Allende y de Laura Gossens, el nuevo alumno vivía en Huérfanos 2423, estaba inscrito como "medio pupilo" y, tal como lo registra el mismo documento, "tenía buena conducta".
Casi un siglo antes, otro niño que también llegaría a ser Presidente de la República era matriculado el 17 de septiembre de 1821. El registro deja leer el nombre de Manuel Montt Torres; tenía 11 años, y ya desde sus primeros días de estudiante el rector Juan Francisco Meneses destacaba "el buen juicio del alumno y su aplicación distinguida".
Más cerca de nuestros días, el registro antropométrico de Ricardo Lagos Escobar reseña que al matricularse el 20 de noviembre de 1949, el ex Presidente medía 1.42 m y que tres años más tarde, como alumno de Cuarto F de Humanidades, ya alcanzaba "una envergadura de 1.67 m". Sin destacar en las notas de las distintas asignaturas, sus "calificaciones complementarias" son decidoras: "6 en actitud social, 6 en aseo y 6 en orden".
Secretos de juventud
Pero la lista de alumnos-presidentes suma nombres como Manuel Bulnes, Federico Errázuriz, Domingo Santa María, José Manuel Balmaceda, Federico Errázuriz Echaurren, Germán Riesco, Pedro Montt Montt, Ramón Barros Luco, Juan Luis Sanfuentes, Emiliano Figueroa, Pedro Aguirre Cerda y Jorge Alessandri Rodríguez, además del ex profesor de educación cívica Patricio Aylwin Azócar. En 1993, con motivo de los 180 años del Instituto, Aylwin recordó emocionado "el trabajo en sus aulas, la satisfacción y los malos ratos que me dieron mis alumnos, entre los que tengo la honra de tener a muchos de mis actuales colaboradores; mis dos ministros de Educación fueron alumnos míos en el Instituto Nacional, Ricardo Lagos y Jorge Arrate".
La imagen de importantes pensadores del siglo XIX como Francisco Bilbao, José Victorino Lastarria, Valentín Letelier, José Joaquín Aguirre y José Toribio Medina, o héroes patrios como Arturo Prat e Ignacio Carrera Pinto, se humanizan en los archivos de la biblioteca. De profesores y rectores como Manuel Montt, Antonio Varas, Barros Arana, Andrés Bello, Rodolfo Philippi e Ignacio Domeyko, además de sus obras, se guarda más de un secreto de juventud.
Éstos son materiales de "gran valor patrimonial", asegura el investigador de Memoria Chilena Juan Ignacio Pérez Eyzaguirre. Esto "no sólo por la información que libros de clases y otros documentos puedan entregar sobre la vida de célebres personajes de la historia, sino porque permiten reconstruir las prácticas educativas y los mecanismos de generación de las élites decimonónicas".
Para la historia
Hace tres años que los libros más antiguos fueron dispuestos en anaqueles comprados especialmente por el Programa de Patrimonio Educacional del Ministerio de Educación. Pero las estanterías no dan abasto para todos los volúmenes. Y precisamente los que tienen información de alumnos y profesores del Instituto no tienen ningún orden.
Algunos son de tapa dura, otros de lomo de género, y muchos se han ajado por los numerosos cambios de ubicación. Pero en todos la caligrafía es impecable, como para la historia.
Al respecto, la vicepresidenta ejecutiva de la Corporación Patrimonio Cultural de Chile, Cecilia García-Huidobro, subraya que "todo lo que contribuya a contextualizar y acercarse a personajes de la historia de Chile es muy valioso". Por ello, dice, pese a la precariedad del recinto, "el material del Instituto debiera quedar dentro del recinto, buscando alianzas tecnológicas e institucionales para mantenerlo vivo. Es positivo que cada institución mantenga su memoria y sus documentos asociados".
Antiguo esplendor
La biblioteca nació con el Instituto en 1813, como un modesto "gabinete de lectura" y un registro de 383 volúmenes. Su primer director, Ventura Marín, asumió en 1819. Ilustres personajes como Manuel de Salas, Juan Egaña y José Antonio Rojas donaron valiosos libros, tal como lo hicieran otros muchos ex alumnos a lo largo de su historia. Entre las principales compras figuran 4.600 volúmenes de la "Biblioteca Beeche", propiedad del erudito y cónsul argentino Gregorio Beeche. Así consta en el "Catálogo completo y razonado de la biblioteca americana coleccionada por el Sr. Gregorio Beeche" que escribió Vicuña Mackenna, en 1870. Beeche habría partido con 50 ó 100 cajas de libros "que habían venido a consignación desde la península y se encontraban pudriéndose como trigo agorgojado en una bodega. La compra se hizo a granel, como las papas o los repollos, a tanto por caja carretonada y por un precio que equivaldría a más o menos al del papel de envolver..."
Pese a lo plebeyo del origen, la "Biblioteca Beeche" llegó a albergar grandes tesoros bibliográficos, entre los que destacan seis incunables (primeros libros impresos desde la invención de la imprenta hasta principios del siglo XVI). De ellos, sólo dos ("Flos Theologie de quest evangel daventr", de 1484, de Juan Torquemada, y el libro anónimo "In nomi domi nostro Jesus Cristus", de 1481) se conservan en el Instituto, cuidados con gran celo por la bibliotecaria jefe Carmen Orphanoupulus.
La serie de despojos vividos por el "primer liceo de Chile" se inició cuando los 6.570 volúmenes de la biblioteca de Pedro Montt -donados por su viuda Sara del Campo en 1912- fueron llevados a la Universidad de Chile. Le siguió la orden de demolición para "construir una piscina", dada por el ministro de Educación de Carlos Ibáñez, Pablo Ramírez. Ernesto Boero Lillo, bibliotecario jefe por 40 años, hace ver que de ello "no hay constancia escrita, ni en decreto, ni oficio alguno. Ni siquiera artículos de prensa, la que estaba totalmente subordinada al régimen dictatorial". Agrega:
"De los 100 mil volúmenes que poseía la biblioteca, muchos de incalculable valor bibliográfico, sólo 15 mil logró conservar el plantel, que con tanto sacrificio había atesorado con economías de sus propios peculios y generosas donaciones de rectores y educadores, como Manuel Montt, Diego Barros Arana, Manuel Amunátegui, los hermanos Gregorio, Víctor y Miguel Luis Amunátegui, Gabriel René Moreno (célebre polígrafo boliviano) y Luis Barros Borgoño".
Tras la intervención, cientos de libros y muebles se repartieron por diversas bibliotecas y colegios de Santiago; otros se perdieron, porque "la demolición se dio antes de proceder a una bien ordenada e inventariada distribución de sus bienes".
Lo ocurrido en la década del 20 es irreparable, y es poco lo que hoy se puede hacer al respecto, señala Pérez Eyzaguirre: "Allí se perdió la mayor parte de las colecciones antiguas de la biblioteca y comenzó un deterioro que continúa hasta nuestros días". Revertirlo, agrega, tomará tiempo y recursos. "Se requiere voluntad política por parte de las autoridades y acceso a fondos que permitan la puesta en valor de esta biblioteca; de lo contrario, el deterioro continuará, y se podrían perder colecciones de gran valor patrimonial".
El propio rector, Omar Letelier, reconoce que "la biblioteca, pese a su importancia histórica, siempre ha sido el pariente pobre del Instituto". La falta de recursos "nos hace optar entre poner ampolletas en las salas o hacer algo por la biblioteca". Pese a ello, dice, "los alumnos descubrieron que allí está escondida el alma del colegio".
Y también sus "fantasmas", dice sonriendo Mario Jerez, porque, en soledad, "más de alguien ha oído libros que se hojean...".
Mirando al futuro, es claro que esta biblioteca requiere de decisiones importantes: partir por el registro de documentos, para luego planificar proyectos de restauración, conservación y puesta en valor de las colecciones parece cosa urgente. De no hacerlo, el "alma del Instituto" corre peligro. Y, con ella, parte importante de la historia de Chile.
Alejandro Zambra, escritor, egresado en 1993
"Las enormes estanterías que -a fines de los ochenta- presidían la Biblioteca del Instituto Nacional estaban copadas por los innumerables tomos de la "Revue de deux mondes". En ese tiempo mis conocimientos de francés sólo daban para comprender el nombre de la revista. Aún así recuerdo haber hojeado algunos tomos, buscando no sé muy bien qué. Recuerdo, también, sus asientos incómodos y bellos, y la impresión de "entrar", dos o tres veces, al Fondo Bibliográfico, que era deslumbrante; dos o tres veces, digo, cuando los profesores de castellano organizaron "excursiones" a la biblioteca: fueron las únicas oportunidades en que pude atisbar el de seguro enorme valor patrimonial de esos fondos. En segundo medio reclamamos la posibilidad de "abrir" la biblioteca, con poco éxito. No sé cómo será ahora, pero entonces era difícil acercarse a esos libros resguardados con esmero de las garras de sus posibles lectores. Los libros permanecían lejos, archivados; era difícil curiosear en libertad,que era lo que entonces queríamos; yo prefería, casi siempre, perder la mesada en San Diego o en las increíbles liquidaciones de la "Librería Chilena". Más tarde, casi en cuarto medio, solían prestarnos la biblioteca para realizar lecturas de poesía o reuniones de taller. Era muy agradable conversar allí, custodiados por la incomprensible "Revue de deux mondes"; desde las siete a las nueve de la noche fumábamos como locos, con el pelo ya sin gel y el uniforme medio camuflado a punta de polerones y zapatos-zapatilla. Después nos íbamos al Indianápolis, pero esa es otra historia".
José Miguel Varas, Premio Nacional de Literatura 2006
"La biblioteca del Instituto Nacional fue una época de mi vida. Leí muchísimo en esa biblioteca; el sistema de medio pupilaje me daba cierto tiempo para el estudio en la sala o la biblioteca, que era una prolongación natural de mi casa.
En el colegio tuve el estímulo del antiguo bibliotecario Ernesto Boero Lillo. Conversábamos de diferentes cosas y compartíamos cierto gusto literario: Víctor Hugo, Dickens, Anatole France... Fundador de la Academia de Letras, que sesionaba los días miércoles después de clases, Boero creaba mucha vida alrededor de los libros. Por su influencia publiqué varios textos breves, que bauticé "Goteras" entre 1943 y 1944. Hoy, lo que pasa con la biblioteca del Instituto, pasa en Chile con una serie de otros materiales que se van perdiendo por la desidia y falta de conciencia de su valor histórico y por la falta de medios".
lunes, julio 09, 2007
"Manuel Rodríguez: Hijo de la rebeldía"
"Si Bernardo OHiggins o José Miguel Carrera pueden generar devociones o antipatías y despertar odiosidades entre sus partidarios hasta nuestros días, no hay figura más potencialmente transversal que Rodríguez. Él es nuestro Ulises", así comienza el emotivo y certero análisis de María Cecilia Quinteros, profesora de historia y geografía.
Recurrimos a esta joven docente del Liceo Tajamar de Providencia (Santiago), para que compartiera su experiencia pedagógica y mirada histórica sobre Manuel Rodríguez y la película de Cristián Galaz "Hijo de la Rebeldía". Accedió a revisar el guión de la película y darnos su opinión. El caracter educativo de la historia se desarrolla con poesía, pasión y prfundo convencimiento de lo que habla. Así es esta profesora que tiene la asignación de Excelencia Pedagógica y es supervisora del CIE de la Pontificia Universidad Católica de Chile.
Tal como en otros artículos de la serie Héroes que transmite Canal 13, en el marco del Bicentenario, donde educarchile contactó al profesor Víctor Sanz, para que nos ayudara a reforzar el carácter educativo de la película “Vivir para merecer su nombre” (sobre Bernardo O'Higgins) y del análisis del profesor Alejandro Melgarejo que nos dio pautas de los posibles beneficios que el material de “El príncipe de los caminos” (sobre José Miguel Carrera) podría tener para los profesores en la sala de clases, lo mismo hicimos con Rodríguez y con el estudio de María Cecilia Quinteros.
Así comienza…
Su figura se remonta al proceso de la Independencia y se transforma (más allá de un Héroe de la Patria), en un estereotipo de ciudadano, sin época, sin tiempo, sin sector político.
A través de él no sólo podemos estudiar la Independencia, sino que además, profundos valores que están vigentes imperecederamente: el coraje, la solidaridad y la humildad (que no esta presente en todos los Héroes), la lealtad, la falta de amor por el poder en si mismo, su enorme apego a los valores ciudadanos de una República en ciernes que siempre será perfectible a los ojos de aquellos que la aman en todas las épocas.
Hay un diálogo en el guión, donde Rodríguez habla de la educación. Lo leí con mis alumnas y lo comentamos. No hay nada más vigente que sus palabras, sobretodo en nuestros tiempos. Nosotros como formadores, más que como profesores de Historia en particular, podemos sacar un enorme provecho de este film para mostrar que la juventud puede ser forjadora y constructora, para exaltar el enorme amor por la erudición que existía en aquella época, el respeto por la familia, la manera de relacionarse a través del lenguaje, el valor y la fe en las instituciones republicanas, ya fuese para apoyarlas o enfrentarlas.
Acá, la Patria aparece como un lugar cercano, deja de ser un superlativo insustancial para transformarse en un sentimiento de orgullo y respeto, y aunque suene redicho, medio absurdo y pobremente represente lo que ésta significa, dan ganas de tener una bandera a mano, una empanada y un vaso de chicha. ¡Viva Chile!
Entusiasta, ¿o no? Como decíamos, así se expresa la profesora Quinteros y con dedicación nos responde:
¿Cómo aplicarías la película y el contenido de ella, en la sala de clases?
Primero haría que la vieran en su casa y luego escogería ciertas partes del film para analizar en clases: las costumbres de la época, el lenguaje, la vestimenta, la ambientación, etc. dando luego un esbozo de lo que fue el Neoclásico
Enseguida, analizaría la parte histórica propiamente tal. Primero indagaría sobre lo que las alumnas sabían previamente sobre Manuel Rodríguez y el proceso de Independencia y, en relación a esto, entraría de lleno al contenido, comparando ambas cosas con el film
En base a preguntas y respuestas orales, haría un análisis valórico del pensamiento de Rodríguez y de sus consecuentes acciones; llevando a preguntarse a las alumnas acerca de la vigencia que éste pensamiento puede tener en sus vidas actualmente.
También ocuparía el guión directamente, algunos pasajes están llenos de contenido histórico y hasta poético, reforzando así la comprensión lectora
¿En qué unidad curricular la introducirías?
En Segundo Medio, la incluiría en la Unidad n° 3: La creación de una nación, para ver los siguientes contenidos y objetivos:
Contenidos
- La Independencia americana: múltiples factores que precipitaron el proceso independentista en América y Chile; condiciones estructurales y acciones individuales; voluntad humana y azar.
Objetivos Fundamentales
- Identificar los rasgos distintivos de la identidad nacional, a través del conocimiento y comprensión de la historia de Chile.
Aprendizajes esperados transversales
- Comprender que en los procesos históricos se conjugan diversos factores, sean estructurales, coyunturales, propios del azar o de la voluntad humana, y que frente a ellos se sitúan las personas y toman decisiones que el curso histórico.
Aprendizajes esperados:
- Comprender la multicausalidad del proceso de Independencia de Chile y lo sitúa en el contexto de la historia de España e Iberoamérica.
- Aplicar los conceptos de continuidad y cambio al análisis de la Independencia y percibe diversos ritmos de cambio.
¿Qué cosas buenas rescatarías del guión de la película?
Que se exponga a un Rodríguez que trasciende el tema de la Independencia. Que se establezca que éste héroe fue mucho más que un valiente guerrillero o un escurridizo montonero. No sólo se aprecia su amor por la vida, la cultura, los libros, el estudio y la educación en general en sus expresiones, sino también en sus acciones (su participación en la creación del Instituto Nacional, por ejemplo, haya sido o no idea de él).
También es rescatable la conciencia liberal (y social) que se le impregna al personaje. Queda muy bien planteado cual era el ideal de sociedad al que postulaban los jóvenes idealistas de la época y por el cual murieron.
Se puede observar con profusión a la gente del bajo pueblo y sus costumbres en la época, cómo luchaban por sus lealtades, como vivían e interpretaban la religiosidad, cómo eran afectados por los grandes cambios históricos y como reaccionaban ante ellos.
Más allá de quién haya asesinado a Manuel Rodríguez o en qué circunstancias esto haya sucedido, encuentro no sólo necesaria, sino válida la perspectiva del guionista de mostrar las divergencias que había entre los patriotas, sus animadversiones, sus rencillas, las distintas interpretaciones de cómo debía lograrse la construcción de la Patria, incluyendo también sus mezquindades y temores, porque esto no les resta mérito, al contrario, los hace más cercanos como es el caso de O' Higgins.
¿Qué partes de ella reforzarías?
Si bien, leer un guión no es lo mismo que ver una película, leerlo me emocionó y lo más importante: a mis alumnas también.
Tal vez manifestaría un poco la visión de la Logia Lautarina. Pienso que habría que reforzar la perspectiva ohigginista, como para otorgar la visión completa. Y haría un contraste historiográfico, autores rodriguistas versus ohigginistas. Ahora que lo pienso, creo que este capítulo sirve para entender que la historia y su estudio no es unívoco y que las diferentes perspectivas, la adhesión a una u otra, es lo que construye y configura la noción de realidad, de patria y, en suma, de identidad.
¿Qué material complementario utilizarías?
Creo categóricamente que este guión (todos, en realidad) deberían editarse e imprimirse para ocuparlos como material complementario. Claramente no es lo mismo ver el film que leerlo, y si podemos tener acceso a ambas alternativas sería excelente. No solo por la asignatura de Historia y Ciencias Sociales, sino porque serviría también a los profesores de Lenguaje y Arte.
Invitaría a quienes estén a cargo de la producción a seguir recreando personajes y procesos históricos. Me estoy imaginando a Valdivia y Lautaro en medio de un Chile recién descubierto; el viaje de García Hurtado de Mendoza por la Araucanía, las arengas del León de Tarapacá en medio de las salitreras...
Más concretamente, a los alumnos y alumnas les haría leer trozos de textos de Rousseau, Voltaire y Montesquieu, para que pudiesen apreciar desde la fuente misma cómo se formaban estos ideales en una época tan revolucionada.
Quizás les haría leer algo de Rosario Orrego o de Blest Gana para dar una idea del ambiente, contexto histórico, etc
Finalmente invitaría a mis alumnas a expresar sus emociones a través de la realización de un video con el programa Windows Movie Maker y la canción “El cautivo de Tiltil” interpretada por el grupo Aquelarre, hay muchas imágenes que podrían utilizar en educarchile y en el sitio de Héroes.
jueves, junio 21, 2007
blog de educacion en chile
es un nueva ventana para la informacion de la educacion, hay actualizaciones constantes y espacio para las regiones
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Prevenir en familia
Estudios en la materia muestran que la familia y la escuela se constituyen en principales agentes preventivos frente al consumo de drogas. Padres, colegios, universidades y docentes son esenciales a la hora de fomentar estilos de vida sana.
Este proceso debe ser integral y coherente con la realidad nacional. Además, para ser eficaz, debe involucrar [ Leer más. ]
domingo, junio 17, 2007
miércoles, junio 13, 2007
los 10 primeros libros más influyentes
via : http://www.librosenred.com/
Los libros hacen historia. Condensan movimientos sociales, culturales y políticos, imponen sentidos, conservan contenidos para la posteridad. Son el único medio autorizado para transmitir y hacer perdurar la verdad -o sus interpretaciones- y las teorías científicas. Bien había notado Johannes Gutenberg que "la imprenta en un ejército de 26 soldados de plomo con el que se puede conquistar el mundo".
Hay muchos ejemplos a lo largo de los siglos: los relatos de los primeros conquistadores influyeron en cómo se percibió el continente americano; las ideas de Física y de Lógica de Aristóteles condicionaron el desarrollo de la ciencia por un lapso que transcendió la Edad Antigua; los libros religiosos (tal como analiza más abajo uno de nuestros autores recomendados de hoy, Juan A. Mateu) fundamentan no sólo creencias milenarias en el plano espiritual, sino también en el político e idiosincrático.
Seguramente inspirado por estas evidencias, el crítico, biógrafo y poeta británico (1928-1998) Martin Seymour Smith listó (en su libro 100 Most Influential Books Ever Written) las obras más importantes de todos los tiempos, desde el punto de vista de su incidencia en la cultura desde los albores de la historia. Con notable preeminencia de libros antiguos por sobre libros modernos, y de contenidos de no ficción por sobre contenidos históricos, filosóficos o espirituales, esta es la lista de los 10 primeros libros más influyentes:
1. El I Ching (fundamento tanto del taoísmo como del confucionismo)
2. El Antiguo Testamento
3. La Ilíada y la Odisea de Homero
4. El Upanishad (libros sagrados del hinduismo)
5. Dao De Jing o El camino, Lao Tse (tratado místico que incluye también temas filosóficos, espirituales y políticos)
6. El Avesta (colección de textos sagrados de la antigua Persia)
7. Analectas (serie de charlas que Confucio dio a sus discípulos así como las discusiones que mantuvieron entre ellos)
8. Historia de la Guerra del Peloponeso, Tucídides
9. Trabajos, de Hipócrates (agrupación de textos del médico Hipócrates)
10. Trabajos, de Aristóteles (agrupación de quien al parecer superó en influencia -para la posteridad- a su maestro Platón).
En el listado completo aparecen otros "clásicos" como Relatividad, de Albert Einstein, Así habló Zaratustra, de Nietzsche, La interpretación de los sueños, de Sigmund Freud, El ser y la nada, de Jean-Paul Sartre y El segundo sexo, de Simone de Beauvior, entre numerosos tratados de filósofos, pensadores y científicos como Newton, Copérnico, Locke, Hume, Kant, Leibniz, Hobbes y Santo Tomás de Aquino.Entre las obras de ficción (que aparecen en porcentaje menor) encontramos La guerra y la paz, de León Tolstoi, El Quijote, La divina comedia y Gargantúa y Pantagruel, de Rabelais.Claro que todo se hace desde un recorte: imposible una selección sin un punto de vista que la condicione. Se elige desde una época, desde unos saberes, desde unas preferencias y desde una geografía particular (eso explica que, en este listado, haya presencia casi nula de obras en español). Para un mexicano, por ejemplo, los libros más influyentes pueden ser El laberinto de la soledad, de Octavio Paz, y Pedro Páramo, de Rulfo. Un peruano podría elegir, en cambio, los poemas de Vallejo y los Comentarios del Inca Garcilaso. Para un español, los autores de mayor peso estarían tal vez entre Cervantes y otros escritores del siglo de Oro. No se puede hacer una lista universal, válida para todos. Pero sí una que, sabiéndose particular, trate de proponer los libros más influyentes no sólo para la persona misma sino para la cultura en general. Esa lista es la que les pedimos hoy. ¿Qué 10 libros propondrían ustedes como los más influyentes de la historia?Opinen aquí. o en nuestro blog...